
La ingeniería de seguridad alimentaria siempre ha sido un foco de preocupación pública. Debido a los altos márgenes de beneficio en la industria vitivinícola, muchos delincuentes se arriesgan a producir y vender productos falsificados. Con frecuencia surgen denuncias de vinos falsificados que causan daños. Dado que el consumidor es el final de la cadena de suministro del vino, es esencial que las empresas vitivinícolas implementen una gestión eficaz de los clientes y de la cadena de suministro, garantizando así su responsabilidad tanto por la calidad del producto como por la seguridad del consumidor. Para las empresas vitivinícolas, esto significa establecer sólidas medidas antifalsificación para sus productos.
Actualmente, las medidas contra la falsificación de productos vitivinícolas se enfrentan a importantes desafíos. Por un lado, las empresas invierten considerables recursos en la investigación de tecnologías antifalsificación; por otro, los falsificadores replican estas tecnologías con rapidez. Este fenómeno de imitación frustra a las empresas vitivinícolas, dejándolas aparentemente indefensas. La industria vitivinícola necesita urgentemente una solución antifalsificación de alta tecnología, difícil de replicar y realmente eficaz.
Cada etiqueta RFID corresponde a un único producto y lleva un código de identificación único que no se puede duplicar.
Las etiquetas RFID no están hechas de papel, lo que las hace resistentes al desgaste, la contaminación y el desgarro. Además, poseen propiedades impermeables y antimagnéticas.
Las etiquetas RFID vienen en formatos de solo lectura y lectura-escritura y ofrecen grandes capacidades de almacenamiento.
La interfaz del lector de etiquetas RFID no es directamente accesible para los consumidores finales, lo que garantiza la precisión y confidencialidad de la información contenida en las etiquetas.
La tecnología RFID puede leer y procesar datos de una gran cantidad de artículos simultáneamente, lo que permite una gestión de datos automatizada y altamente eficiente.
A principios de 2009, el Grupo Wuliangye lanzó un proyecto anti-falsificación basado en RFID con una inversión total de 200 millones de RMB (aprox. 27,5 millones de USD). El proyecto se completó con éxito y se entregó en noviembre de ese mismo año. Esta solución integral de RFID incluyó más de 20 millones de etiquetas anti-falsificación RFID al año, 800 identificadores de consulta RFID y dispositivos portátiles asociados, implementados en tiendas minoristas. Esta importante inversión demuestra la confianza en la capacidad de la tecnología RFID para proteger los productos de alta gama de Wuliangye.
En abril de 2009, la Bodega Changyu se convirtió en la primera empresa vinícola nacional en adoptar la tecnología RFID a gran escala en sus procesos de producción. Esta iniciativa tuvo como objetivo prevenir el desvío de productos y eliminar los productos falsificados y de baja calidad, posicionando a Changyu como líder del sector en tecnología anti-falsificación.
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